La felicidad es un concepto maravilloso y que tú mi querida super maestra,
tienes en tu corazón y que los niños recordarán de ti.
¡Los niños lo merecen!
Cuando la niña Valentina (nombre ficticio para proteger la identidad de la niña) tenía 5 años, su maestra
a escondidas la regañaba y a veces hasta llegó a castigarle duramente porque no quería comer algunas
comidas y en especial el guisado de hígado de res. La mirada cohibida y tristeza de la niña era muy
grande; así transcurrieron los meses siguientes. Un día, la niña fue promocionada al primer grado y
dejó de ver a su maestra.
Valentina era muy tímida de poco hablar y de una gran sensibilidad. Esto a su maestra en preescolar no
le pareció importar. Los años pasaron, casi 20 y Valentina por fin obtuvo su grado de Doctora; su
deseo siempre fue ayudar a los demás.
Quiero decirles a los que leen esta historia, que fue una Valentina ya sanada en su autoestima, quien
me contó sus insospechados momentos difíciles en el preescolar a la hora de comer. La maestra nunca
se enteró lo que la niña sufría en silencio.
Reflexión: Maestra, los niños nunca olvidan. Ojalá que siempre dibujes una sonrisa en los
labios de tus niños y no una mirada triste.
¿Cómo quieres que te recuerden?
(Puedes comentar abajo)