El lenguaje gestual y corporal  es inherente a todos los seres humanos. Al ser un  lenguaje se constituye una forma de comunicación.

Las distintas formas como abordamos la relación niño-adulto  incidirán en que esta relación sea fluida, amable y amorosa.

No obstante,  hay momentos cuando nuestras emociones y sentimientos juegan un papel importante en como nos comunicamos.  En este sentido,  al estar bajo tensiones personales, laborales, o físicas es posible que afloren gestos de enojos,  dolor o de malestar.

Es delicado si este tipo de gestos surgen continuamente en el aula en presencia de los niños.

A veces pueden aparecer, pero...


Quizás puedas decirme que somos humanos y puede pasar; y si,  estoy de acuerdo contigo, es un razonamiento válido.

Sin embargo, es vital  tomar en cuenta que una de las competencias personales requeridas para el ejercicio en el aula del nivel inicial es el dominio personal que incluye indicadores como: 

Carácter agradable - buen humor y paciencia - autocontrol de emociones - buen tono de voz - capacidad de controlar problemas personales,  entre otros.

¿Porqué es importante cuidar nuestros gestos y lenguaje corporal?

Un componente de la personalidad infantil es la   AUTOESTIMA.  

Si un niño recibe malos gestos, miradas de enojo o regularmente es atendido con rostro de malestar,  es posible que el niño se sienta inseguro, despreciado e inestable emocionalmente tomando en cuenta lo frágil que es la autoestima y tal vez el niño se considere culpable o asustado  y sin comprender lo que pasa.

¿Qué hacer si exteriorizaras un mal gesto?


  • Toma conciencia inmediatamente del momento y explícales sutil y sencillamente  que algunas veces los adultos se sienten mal.
  • Naturaliza las emociones y sentimientos en los niños,  pero es imprescindible que tú te autocontroles. 
  • Trata de cambiar el mal momento con una estrategias divertida.
  • Si fuera necesario y puedes hacerlo en ese momento, sonríe y abraza a los niños para que se eliminen y no se instalen  comportamientos de inseguridad, desconfianza o sentimientos de rechazo. 

Ser amables y amorosos con los niños resultará en un bienestar particular y colectivo y su autoestima estará equilibrada. 

SANDRA GARRIDO OJEDA.